Fuente: Arizaida Arcia
Por William Fariñas
Foto: VTV
Japón: El futuro retornó
Los acontecimientos telúricos y oceánicos de marzo de 2011 en Japón, a mi juicio se constituyen desde ahora en un síndrome de la civilización postmoderna que repercutirá necesariamente en el acontecer y devenir del pensamiento humano. El crecimiento y supuesto desarrollo civilizatorio del siglo XX esta hoy en el banquillo. Las ciencias, saberes y conjunto de técnicas aplicadas indudablemente impulsaron la concepción de la vida gregaria humana de esta última época, no obstante es necesario hacer un alto en el camino de la encrucijada de los tiempos para reflexionar sobre estos asuntos que nos han impactados a todos. Los terribles, dolorosos y fantasmagóricos sucesos ocurridos en Japón han encendido las alarmas de emergencias en nuestra ¨nave espacial¨ en el inmenso cosmos sideral. En algunas noches el periodista Walter Martínez, significativamente nos recuerda en su insigne programa Dossier, cuando nos semeja, como de hecho somos tripulantes de nuestro querido y único planeta tierra. Lo ocurrido en esta ¨avanzada¨ nación asiática, considerada como sociedad del primer mundo, pareciera que con estos acontecimientos el futuro retornó con sus dilemas sobre la civilización humana y sus bemoles tecnológicos. De muy poco han valido las inmensas murallas anti tsunami, ni los sistemáticos cálculos sismográficos ante la real fuerza de la naturaleza. No es cuestión de ensimismarnos por el dolor y asombro, pero es indudable que hemos recibido una fuerte bofetada de la madre tierra para recordarnos duramente que superamos la humildad de convivir con la ferocidad innata de nuestro mundo. El crecimiento demográfico y apiñamiento vertical de la población en densos centros urbanos, requiere de una revisión profunda de la visión de la vivienda y habitad humano, solamente Tokio tiene 35 millones de habitantes; hoy ni sus veloces trenes ni temáticas autopistas son seguras para la evacuación de la ciudad, si llegase la nociva nube radiactiva de sus explotadas plantas nucleares. Es triste observar a piezas de la flota pesquera japonesa, que en muchas oportunidades y de manera despiadada e indiscriminada ha realizado la captura de cardúmenes juveniles de atún e indefensas manadas de ballenas. Los océanos y mares han sido testigos de estas inmisericordes matanzas; en esta ocasión como una tragedia griega, los mismos mares se han desbordados sobre sus orillas acabando a tirios y troyanos sin distingo de responsabilidades y juicios. Ante estas realidades tenemos que sumar esfuerzos solidarios de toda la sociedad humana para cooperar con el hermano pueblo del Japón. Sabemos que muchos países pobres y de escasas tecnologías podrán ayudar, es suficiente con sus plegarias por los fallecidos y afectados por esta desdicha mundial. Las Naciones Unidas deberían iniciar un proceso reflexivo sobre las profundas implicaciones de estos fatídicos accidentes termonucleares que no tienen límites ni fronteras. Nuestro gobierno bolivariano ante estas circunstancias, de manera responsable, ha decidido congelar las prestezas de la energía nuclear previstas en los proyectos energéticos en el territorio venezolano. El futuro vino de regreso y nos ha alcanzado para decirnos que realmente somos vulnerables, que no es un mito del ímpetu de la madre tierra, que requerimos de una actitud humana distinta, más sensible; con menos acoso al clima, que realmente respetemos a las demás especies, a la floresta y a nuestros mares; que podamos contribuir a convivir en la cimentación de otro mundo posible y que no olvidemos que somos hermanos a pesar de nuestras diferencias de colores de piel, ojos , cabellos y estilos de vidas. Que no habrá salvavidas si se hundiera la barca que nos acoge a todos. Dios tenga misericordia de nosotros y nos de sabiduría. Venceremos.
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Por William Fariñas
Foto: VTV
Japón: El futuro retornó
Los acontecimientos telúricos y oceánicos de marzo de 2011 en Japón, a mi juicio se constituyen desde ahora en un síndrome de la civilización postmoderna que repercutirá necesariamente en el acontecer y devenir del pensamiento humano. El crecimiento y supuesto desarrollo civilizatorio del siglo XX esta hoy en el banquillo. Las ciencias, saberes y conjunto de técnicas aplicadas indudablemente impulsaron la concepción de la vida gregaria humana de esta última época, no obstante es necesario hacer un alto en el camino de la encrucijada de los tiempos para reflexionar sobre estos asuntos que nos han impactados a todos. Los terribles, dolorosos y fantasmagóricos sucesos ocurridos en Japón han encendido las alarmas de emergencias en nuestra ¨nave espacial¨ en el inmenso cosmos sideral. En algunas noches el periodista Walter Martínez, significativamente nos recuerda en su insigne programa Dossier, cuando nos semeja, como de hecho somos tripulantes de nuestro querido y único planeta tierra. Lo ocurrido en esta ¨avanzada¨ nación asiática, considerada como sociedad del primer mundo, pareciera que con estos acontecimientos el futuro retornó con sus dilemas sobre la civilización humana y sus bemoles tecnológicos. De muy poco han valido las inmensas murallas anti tsunami, ni los sistemáticos cálculos sismográficos ante la real fuerza de la naturaleza. No es cuestión de ensimismarnos por el dolor y asombro, pero es indudable que hemos recibido una fuerte bofetada de la madre tierra para recordarnos duramente que superamos la humildad de convivir con la ferocidad innata de nuestro mundo. El crecimiento demográfico y apiñamiento vertical de la población en densos centros urbanos, requiere de una revisión profunda de la visión de la vivienda y habitad humano, solamente Tokio tiene 35 millones de habitantes; hoy ni sus veloces trenes ni temáticas autopistas son seguras para la evacuación de la ciudad, si llegase la nociva nube radiactiva de sus explotadas plantas nucleares. Es triste observar a piezas de la flota pesquera japonesa, que en muchas oportunidades y de manera despiadada e indiscriminada ha realizado la captura de cardúmenes juveniles de atún e indefensas manadas de ballenas. Los océanos y mares han sido testigos de estas inmisericordes matanzas; en esta ocasión como una tragedia griega, los mismos mares se han desbordados sobre sus orillas acabando a tirios y troyanos sin distingo de responsabilidades y juicios. Ante estas realidades tenemos que sumar esfuerzos solidarios de toda la sociedad humana para cooperar con el hermano pueblo del Japón. Sabemos que muchos países pobres y de escasas tecnologías podrán ayudar, es suficiente con sus plegarias por los fallecidos y afectados por esta desdicha mundial. Las Naciones Unidas deberían iniciar un proceso reflexivo sobre las profundas implicaciones de estos fatídicos accidentes termonucleares que no tienen límites ni fronteras. Nuestro gobierno bolivariano ante estas circunstancias, de manera responsable, ha decidido congelar las prestezas de la energía nuclear previstas en los proyectos energéticos en el territorio venezolano. El futuro vino de regreso y nos ha alcanzado para decirnos que realmente somos vulnerables, que no es un mito del ímpetu de la madre tierra, que requerimos de una actitud humana distinta, más sensible; con menos acoso al clima, que realmente respetemos a las demás especies, a la floresta y a nuestros mares; que podamos contribuir a convivir en la cimentación de otro mundo posible y que no olvidemos que somos hermanos a pesar de nuestras diferencias de colores de piel, ojos , cabellos y estilos de vidas. Que no habrá salvavidas si se hundiera la barca que nos acoge a todos. Dios tenga misericordia de nosotros y nos de sabiduría. Venceremos.
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