5 de enero de 2011

Recuerdos sobre temas que nadie sabe

Fuente: La Voz del Río/ Comunidad
Por Edinson Lares Rojas/ Opinión
Escritorio del Dr. Enrique Lárez Granados sepultado en el Piache
La verdad es que Héctor Salazar, pariente del insigne médico y poeta asuntino, que para está fecha actual, convalece en un laberinto mental de diagnostico reservado, ante los síntomas que muestra a sus vecinos más conocidos de hace años; y cuya dolencia lo acompaña desde el octavo semestre de química, que igual abandonó hace varios años, cuando cursaba ingeniería química en la UCV, en Caracas. Imaginó que para este pasado 03 de diciembre de 2010, Héctor tuvo la desdicha de ver como la vieja vivienda, sus pocas pertenencias y todo lo que allí se encontraba junto con unas gallinas ponedoras, ropas de uso personal y muebles de mucho valor heredados, incluyendo el escritorio que utilizó el médico y poeta "Enrique Lárez Granados", en el mismo domicilio a principios del siglo 20, en donde extendió récipes a sus pacientes, suscribió documentos y redactó los más hermosos poemas de que se tengan memoria; desaparecería con la noche y la siguiente mañana, por la fuerza demoledora del torrencial aguacero, que no ha parado de inundar, hasta ahora... cierto el mueble debe encontrarse en el Piache o en varios sectores de la ciudad capital, municipio Arismendi, estado Nueva Esparta.
Quienes sabían del preciado objeto, ni llegaron a pensar, que el poco conocido por muchos, escritorio guardado en dicha residencia centenaria, que fuera oficina para la atención diaria de pacientes del afamado médico-poeta asuntino; desaparecía al caer el antiguo techo de palos de mangle, barras de caña brava, cemento con barro y tejas de adobe rojo, en esos subsecuentes días de lluvia. Se dice, que la autoridad municipal debió rescatar el valorado objeto material del médico, hace muchos años; pero como todas las políticas públicas relacionadas con la cultura, acervo histórico local y, esa consecuente memoria del gentilicio a valores tangibles del ámbito municipal que no preservan, no conservan ni rescatan; puesto que de ser considerada una joya valorable del trabajo interrumpido que brindó un personaje ilustre, en el riguroso uso dado por el siempre recordado Galeno Asuntino; la reliquia terminó sus últimos días, como parapeto cagado por gallinas, cuando la casa junto con lo que estaba adentro, fue aplastado por el peso del techo viejo que derrumbó la lluvia en solo cuestión de pocas horas.
Hace dos días, observé sentado frente a su destruida (Ver Foto) vivienda al amigo Héctor, con un desconsuelo y una triste mirada del que ha quedado huérfago: de un lugar común de sus recuerdos; resando su acostumbrada oración redentora para todos sus vecinos, que en aquella mañana decembrina, abrumada por copiosa lluvia, se llevó para siempre la vivienda que lo resguardaba del verdadero olvido en que vivía. No sé si actualmente está en un "programa social solidario", o si fue declarado "dagnificado" por las autoridades anteriores "rojas-rojitas", que "se fueron con la cabuya en la pata"; claro, en el decir de los actuales personeros municipales. Pero lo cierto, es que allí estaba con la mirada perdida y su consecuente espontánea conmovedora locura; como esperando una voz del infinito, para fortalecer la esperanza de que sí lo van a ayudar a regresar al sector dónde tiene mucha estima y sus mejores amigos.
Lo inevitable para nuestra incongruente poca memoria, es que ese nunca recordado escritorio del Dr. Enrique Lárez Granados; no regresará del vertedero del "Piache" o de cualquier sitio en dónde fue a parar como su definitiva y singular sepultura.

No hay comentarios: