Fuente: Arizaida Arcia
Autor: William Fariñas
Grano de mostaza
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| 2014 un año para la paz |
Sólo las mentes desbordadas de odio, perversión e
intoxicación pueden negar que la paz sea un valor fundamental de la aspiración
humana. Es cierto que la conflictividad está muchas veces a flor de piel y
puede generar situaciones complicadas a la confraternidad ineludible en las
relaciones sociales. Pocas son las voces que alientan las miserias de los
guerreristas y demás cultores de los
desastres y confrontaciones de todo tipo.
Se demanda hoy la imperiosa necesidad de
construir socialmente caminos sólidos de entendimiento y respeto mutuo. La
embestida de los intereses personales, grupales, corporativos e internacionales
es un potencial petardo al equilibrio, ponderación y sensatez que demanda la
paz.
Es obvia la conducta naturalmente transigente
y contrapuesta de los hombres y mujeres en distintos casos; no obstante, la
dimensión de la paz se descubre desde la perspectiva individual y espiritual de
cada quien; pasando por la interrelación de las parejas y familias, las
comunidades, asociaciones y empresas, las sociedades nacionales y globalizadas.
Hay
una responsabilidad particularísima en admitir cuanta paz se quiere en el alma
y con su próximo más cercano. Velar y defender sus propios intereses toca
aunque no quisiéramos el de los otros. Ningún interés material por muy
justificado que sea es completamente aislado del convivir. ¿Cómo manejar los
potenciales conflictos de la contrariedad? Es una interrogante profundamente
civilizatoria.
De muy poco sirven los conocimientos y legados
espirituales si seguimos matándonos y destruyendo. Es responsabilidad
generacional de quienes vivimos este
milenio sedimentar realmente una cultura
de la paz y la vida. La violencia criminal, el armamentismo y el narcotráfico
son auténticos caballos apocalípticos a los ojos de sociedad del 2014.
Los venezolanos hemos
atravesado momentos sumamente conflictivos de distintos órdenes; ha sido un
aprendizaje traumático y en ocasiones sumamente doloroso. El Estado como
soporte supremo de los intereses colectivos tiene la responsabilidad absoluta
de velar, construir y preservar esos senderos por la paz social, familiar y
personal de quienes vivimos en esta tierra de gracia. Creemos firmemente que
con el auxilio amoroso del Príncipe de
la Paz, Cristo Redentor de los pueblos nuestra nación aportara para sus
ciudadanos y concierto internacional el entendimiento necesario para lograrlo.
! Viva La Paz! Venceremos.

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