8 de enero de 2014

2014 un año para la paz

Fuente: Arizaida Arcia
Autor: William Fariñas
Grano de mostaza

2014 un año para la paz
            Sólo las mentes desbordadas de odio, perversión e intoxicación pueden negar que la paz sea un valor fundamental de la aspiración humana. Es cierto que la conflictividad está muchas veces a flor de piel y puede generar situaciones complicadas a la confraternidad ineludible en las relaciones sociales. Pocas son las voces que alientan las miserias de los guerreristas y demás  cultores de los desastres y confrontaciones de todo tipo.
             Se demanda hoy la imperiosa necesidad de construir socialmente caminos sólidos de entendimiento y respeto mutuo. La embestida de los intereses personales, grupales, corporativos e internacionales es un potencial petardo al equilibrio, ponderación y sensatez que demanda la paz.
             Es obvia la conducta naturalmente transigente y contrapuesta de los hombres y mujeres en distintos casos; no obstante, la dimensión de la paz se descubre desde la perspectiva individual y espiritual de cada quien; pasando por la interrelación de las parejas y familias, las comunidades, asociaciones y empresas, las sociedades nacionales y globalizadas.
            Hay una responsabilidad particularísima en admitir cuanta paz se quiere en el alma y con su próximo más cercano. Velar y defender sus propios intereses toca aunque no quisiéramos el de los otros. Ningún interés material por muy justificado que sea es completamente aislado del convivir. ¿Cómo manejar los potenciales conflictos de la contrariedad? Es una interrogante profundamente civilizatoria.
             De muy poco sirven los conocimientos y legados espirituales si seguimos matándonos y destruyendo. Es responsabilidad generacional  de quienes vivimos este milenio  sedimentar realmente una cultura de la paz y la vida. La violencia criminal, el armamentismo y el narcotráfico son auténticos caballos apocalípticos a los ojos de sociedad del 2014.
            Los venezolanos hemos atravesado momentos sumamente conflictivos de distintos órdenes; ha sido un aprendizaje traumático y en ocasiones sumamente doloroso. El Estado como soporte supremo de los intereses colectivos tiene la responsabilidad absoluta de velar, construir y preservar esos senderos por la paz social, familiar y personal de quienes vivimos en esta tierra de gracia. Creemos firmemente que con el  auxilio amoroso del Príncipe de la Paz, Cristo Redentor de los pueblos nuestra nación aportara para sus ciudadanos y concierto internacional el entendimiento necesario para lograrlo. ! Viva La Paz!  Venceremos.

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