Fuente: Abg. Javier Monagas Maita
Que farsa. Que mediocridad, que hipocresía y que cagazón de verbo interesado. Cuando se supo la muerte de Sabino Romero, de Alexander Fernádez, del hijo de Sabino Romero (Silverio) y de tantos aborígenes que luchan por sus derechos y sus reivindicaciones. Nada, ni nadie, a excepción de los locos soñadores de la izquierda verdadera venezolana, expresaron su pesar e hicieron las denuncias. Pero ni hubo expresión presidencial, alharaca mediática ni saturación de los medios de comunicación alternativos ni tradicionales de la derecha criminal. Todo se quedó en un silencio cómplice y vulgar.
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